Rojos Recuerdos [Libre]

-Morirás.- Comentó con una voz fría e indiferente ante lo que sus ojos percibían. Hacía mucho tiempo que la vida humana le encontraba efímera y poco indispensable, hacía mucho tiempo que no se limitaba a observar el tiempo pasar y con ello ver morir y nacer a aquellos a los que alguna vez perteneció, hacía mucho tiempo que no pensaba en lo preciado que podría ser una persona y con ella sus recuerdos ... Hacía mucho tiempo que él, ya no era humano. Como la contaminación que se esparce tras un día de lluvia, sus sentimientos también fueron borrados con el paso de aquella caprichosa ley natural; Cada día frente al espejo era uno más de lo mismo, ¿hacía cuánto que estaba en ese lugar? Dejó de importarle igual que los demás. Simplemente abandonó toda esperanza y se limitó a seguir con vida, aunque la vida no es nada si esta no tiene algún propósito, entonces, ¿cuál era su propósito? Ya no lo recordaba con exactitud, irónico, teniendo una mente muy superior al resto y no podía enfocar su vista en ese tan único e importante recuerdo.

Como todas las tardes se encontraba caminando por aquel gran recinto, sin rumbo alguno, perdido entre sus pensamientos y sometido a la rutina constante, confundiéndose entre los múltiples estudiantes y masas que deambulaban por el sitio, oyendo las conversaciones ajenas más no escuchándolas, anhelando la muerte como ya era costumbre. Pronto, y sin darse cuenta de lo rápido que pasaba el minutero antes sus ojos, el sol se ocultaba lentamente tras el infinito ocaso, aunque he de aclarar que eso a él ya no le interesaba en lo más mínimo. Sus pasos inciertos lo llevaron directo a una de las entradas principales de la escuela. La gran reja como cualquier otro anochecer comenzaba a cerrarse, tal y como la propia magia se lo ordenaba cada día a la misma hora y mientras el albino se detenía un instante a observar dicho acontecer, las luces de los faros que rodeaban los caminos de piedra comenzaban a encenderse, uno a uno, tal y como las sinfonías que en algún momento disfrutaba escuchar. Se mantuvo lejos pero lo suficientemente cerca para percatarse de un ligero rechinido que la misma soltaba al encontrarse exactamente a la mitad del cierre, acto seguido, parecía trabarse por uno o dos segundos pero luego de ello reanudaba su accionar. - Aceite. - Comentó en voz baja como si de sus profundos pensamientos aquellas palabras inevitablemente se extrajeran de entre sus labios. - Alguien debería instalar puertas automáticas. - Contribuyó a su propia plática simplemente para no sentirse más solo de lo que ya se encontraba, aunque él bien sabía que la magia era más eficiente que cualquier aparato mecánico moderno. Luego de eso, el silencio eterno una vez más se hizo de acto presente.

Por varios minutos se mantuvo inmóvil en aquel sitio, observando a la nada, pensando en el vacío, atrayendo los sonidos del entorno con su par de oídos, percibiendo los múltiples aromas que inundaban el interior y exterior de la academia, la mayoría en sí pertenecientes a las múltiples plantas y arboledas que adornaban ambos sitios, también de electricidad que desprendía un olor similar al fuego, del concreto y rocas que cuidadosamente fueron utilizadas para algunas partes del suelo así como de los edificios que no se encontraban muy lejos y, finalmente, otro poco de ese olor era de los estudiantes que en horas pasadas habían caminado entre aquellos lugares y que poco a poco comenzaban a dispersarse con el viento que solo el tardío anochecer podía brindar. Más entre toda esa cantidad de olores que invadían su paladar pudo notar algo distinto, un aroma que bien conocía, tal vez por su pasado o por su propio presente, era el aroma a azufre que solo una raza en particular puede desprender, no deseaba indagar más en el tema y con ello dio un paso hacia la derecha dispuesto a girar su cuerpo 90 grados y retirarse de aquel lugar, más algo se lo impidió, su cuerpo una vez más inerte le frenó en seco tras percatarse de un segundo aroma, uno que bien conocía, aquel hedor  del que tanto disgustaba pero a la vez odiaba, aquel inconfundible aroma a hierro ... Eso lo detuvo un instante más mientras giraba la vista hasta las puertas que previamente se habían cerrado.

Ante sus ojos cayó como un saco de arena, su ropa rasgada y cubierto por aquel líquido carmesí que dejaba una estela en el suelo indicaba una previa lucha, tal vez. Una nube de polvo se levantó en cuanto su cara decidió besar tan solo un poco el suelo, aquel joven de buen vestir decidió simplemente tomar la siesta a la mitad de la entrada. Mientras tanto, el profesor le observaba con detenimiento y poca curiosidad, giró su vista un par de veces para verificar si había alguien que le otorgara consuelo, más se encontraban solos en ese momento, podía escuchar algunos murmullos alejarse lentamente entre las risas y las bromas, eso solo indicaba que él era la única persona que podía brindarle auxilio, y si bien era su deber como profesor también sabía que probablemente sería un eterno fastidio ... ¿Qué debía hacer?

Al parecer todavía poseía en lo más recóndito de su seco corazón una parte de lo que alguna vez fue, con pasos lentos y cansados se acercó hasta el otro albino que se encontraba de boca contra el concreto. Detuvo su paso y sus pies quedaron de frente al cabello del  contrario.  
-Morirás.- Comentó con una voz fría e indiferente ante lo que sus ojos percibían. Caminó tan solo unos pasos hasta su costado y con su pie golpeó el cuerpo al borde de la muerte para girarlo, inclinó su cuerpo hasta el contrario y de entre sus ropajes extrajo un pequeño tubo de cristal muy similar al que se usan para extraer y guardar materiales para pociones, quitó el corcho que resguardaba el líquido y con la mano restante tapó la nariz propia. Dentro de aquel pequeño "frasco" se encontraba un líquido grisaseo de aspecto pegajoso, con un aroma penetrante y tan asqueroso como el sudor o la basura misma. - Huele horrible ... Y créeme, sabe mucho peor, pero esto te ayudará. Intenta no vomitar. - Comentó mientras vertía dentro de la boca de aquel chico muy parecido a sí mismo aquel líquido de cuestionable proveniencia, una vez que lo había bebido todo llevó la otra mano hasta la boca contraria y la tapó con fuerza para que no pudiese abrirla. - Esto solo puede sanar tus heridas, pero depende de ti vivir. - Musitó finalmente aguardando la respuesta y final decisión que aquel tomaría.

Por primera vez había saboreado lo que suponía que era morir, no estaba demasiado seguro si eso era correctamente esa acción pero de lo que si estaba seguro es que no la había sentido antes, ese vacío, esa soledad, esa quietud y falta de energía y espíritu. Era como si hubiese perdido las ganas de todo en aquel momento y fuera flotando por el espacio, un espacio sin estrellas, sin planetas, sin nada, ni un elemento ni molécula, siquiera la propia, solo su conciencia adormilada como si supiera de su existencia pero no pudiera hacer nada con la misma, de pronto un ruido. ¿Pasos?. Una voz pronunciaba palabras poco comprensibles pero de todos modos sentía su presencia cerca de su cuerpo, pero que cuerpo, no veía nada, es que acaso su conciencia se había separado de su cuerpo pero quizás si se mantenía conectada, poco a poco un amargo y asqueroso sabor se apoderó de su garganta y paladar, como si lo recorriera por completo. Las heridas en su espalda comenzaron a brillar y cerrarse lentamente a diferencia de las demás, dejando cicatrices negras que parecían letras o runas, la respiración de aquel cuerpo aun vacío de conciencia comenzaba a agitarse e inhalar de manera cortada como si hubiese salido de ahogarse.

Aquella alejada conciencia despertaba poco a poco, ya no se encontraba adormilada pero no estaba en el cuerpo todavía, aunque sentía como se acercaba, pronto vio su propio cuerpo, tirado en aquel vacío, todo era oscuridad y se acercó velozmente a su cuerpo,  miró fijamente las cicatrices de su espalda, desconocidas ahora y anexas a su cuerpo por completo, no poseía cuerpo por lo cual no podía tocarlas y de igual manera no sabía como volver al suyo, veía su cuerpo restaurado mas no su conciencia.

A la distancia se acercaba caminando lo que parecía ser otra persona, no era el mismo ni aquel que le dio aquella amarga poción, una vez que estuvo cerca la reconoció de inmediato y un fuerte choque eléctrico recorrió tanto su cuerpo terrenal como el espiritual, no era una persona, si no una armadura, su antigua armadura ahora hueca junto con su espada, espada que en segundos se encontró rozando el cuello de su cuerpo al cual no podía defender siendo solo una conciencia.

—Caminante del abismo, has olvidado tu pasado y tu propósito, que decides. Dijo la armadura en una voz que le recordaba a su antigua voz.

En ese momento comprendió donde estaba, encerrado en su propia mente, en su propio plano teniendo que tomar la decisión, vivir o morir, pero sabía que si escogía vivir sus recuerdos gratos desaparecerían para volver a tomar su puesto como el antiguo combatiente y asesino que fue, aquella alma despreocupada y despiadada, aquel ser que había dejado en el olvido.

— Yo, Logan Archonte, Caminante del Abismo, tomo mi lugar entregado por nacimiento y exijo mi vuelta a la vida para cumplir mi propósito aunque esto conlleve olvidar a.... esa chica.

De inmediato todas las partes de la armadura se ajustaron a la conciencia entregándole finalmente una forma física con la que tocar su cuerpo, tomó la espada con fuerza y recordó por ultima vez lo que fue este ultimo tiempo y tocó su cuerpo devolviéndose a si mismo la conciencia.

Un grito ahogado escapa del cuerpo del chico de ojos carmesí, la luz provoca un desenfoque en sus ojos antes de poder ver todo con claridad, todo su cuerpo dolía en exceso pero ya no habían heridas y sentía un amargo y espeso sabor en la boca mientras se levantaba de un brinco alejándose de la persona que al parecer le había curado.
Las runas en su espalda empezaron a arder con fuerza y se encendieron en un fuerte color de llama soltando una voz que solo él podía oir.

—Cumplirás, Caminante del Abismo. Cumplirás.

Terminaba de recomponerse y miraba a todas partes aturdido cuando enfocó la mirada en aquella figura que previamente estuvo a su lado, lo recorría con la mirada desde los pies hasta la cabeza antes de erguir su cuerpo para quedar finalmente bien parado y dio un chasquido con los dedos que provocó que su ropa se reparara a si misma.
Miró a la persona a los ojos en silencio durante unos segundos antes de pronunciar cualquier palabra.

Logan Archonte... un gusto... y gracias si es que hiciste lo que creo que hiciste desconocido.

Silencio que esperando la respuesta, sólo eso pudo haber. Inexistente, lentamente la magia dentro de aquel cuerpo inerte se desvanecía como el polvo tras una tormenta. - ¿Elegirás la muerte? - Preguntó aunque bien sabía que no habría comentario dell contrario. - Pues bien, dichoso seas entonces. - Pronunció finalmente mientras guardaba dentro de su abrigo aquel pequeño frasco previamente utilizado. ¿Qué debía hacer? Tomar el cuerpo y llevarlo ante sus superiores, o simplemente dejarlo en aquel lugar esperando que algún otro lo encontrase y de esa forma librarse de todo el papeleo que probablemente tendría que realizar, realmente no quería trabajar más de lo que le correspondía.

A punto de tomar una decisión (y probablemente dejar el cuerpo ahí tendido), llevó su cuerpo un tanto hacía atrás levantándose de la incómoda posición que tenía. Giró una vez más su vista hasta aquel joven de cabellos blancos y musitó para sí mismo un par de palabras en latín como se acostumbraba en su pasado, simplemente para que lo llevasen directo a algún lugar mejor, simplemente para recordar, simplemente para no olvidar lo que alguna vez fue.

Más antes de que el albino tomara rumbo hacía donde solo él pudiese saber, una vez más sus pies le detuvieron, sin obedecer nuevamente le frenaron de su avance, giró la vista con rapidez y nuevamente la centro en aquel chico, de nuevo, la magia parecía volver a aquel cuerpo. ¿Es qué acaso todos los de su clase eran así? En el pasado jamás se había topado con la muerte de uno de ellos, en realidad, las únicas muertes que recordaba eran la de los frágiles humanos ... Presenciaba algo interesante, y sin dudarlo tomó una pequeña libreta de entre sus ropajes y realizó un par de apuntes que probablemente debía tomar en consideración para luego, cerró el cuadernillo de golpe y nuevamente lo puso en su lugar mientras terminaba de observar a aquel sujeto olor a azufre. - ¿Entonces si vivirás? - Preguntó simplemente para que, en el caso de que despertase, su llegada al mundo de los vivos se volviera más dramática. - Ojalá alguien más hubiese visto. - Pensó con decepción mientras aquel cuerpo volvía a la vida.

Primero su vista, los orbes rojizos (muy similares a los suyos se debe aclaras) se abrieron con fuerza ante el renacimiento de aquel cuerpo, sus pupilas se dilataron en cuanto las luces de los faros alumbraron directamente a ellos. Parecía aturdido ante lo acontecido, y no era para menos, de él haberse encontrado en una posición así ... En realidad de haberse encontrado en una posición así él hubiese escogido no volver a la vida, pero en aquella hipótesis francamente hubiera reaccionado de la misma forma. Un salto lo llevo cerca de las láminas de metal que funcionaban como entrada al instituto y que previamente había abierto. El hechicero le observó con detenimiento, en ese estado no sabía que tan peligroso podía ser o sí le atacaría sin dudar, por ello, se preparó como cualquier otro día para la batalla. Y aunque no lo pareciera se mantuvo de pie sin realizar algún tipo de movimiento brusco, llevando la mano diestra hasta el bolsillo de su pantalón y con la restante pegada al costado de su cuerpo. Sin embargo las acciones denotaban lo contrario, aquel chico comenzaba a recuperar su conciencia y tras realizar un chasquido aquellas prendas rasgadas tomaron la forma correspondiente, un esmoquin elegante que le hacía ver pretencioso. - Puedes llamarme profesor ... Joven Archonte. - Pronunció con frialdad una vez más en respuesta a la breve presentación de su contrario. - Y como tal, debo preguntar por la seguridad de la academia quien te hizo esas heridas. - Cuestionó con seriedad. - ¿Eres del tipo que van buscando problemas? - Continuó. - O tal vez vienes a ocasionarlos ... - Finalizó mientras llevaba la palma de su mano al frente, apuntando directamente al cuerpo contrario, dispuesto a realizar cualquier ataque de ser necesario.

— Yo... pertenezco a este lugar... estudié un tiempo aquí, puede relajarse no... no le haré daño a nadie de este lugar a menos que sea un espía...

El joven llevó una de sus manos a su nuca para rascar aquel lugar levemente mientras despegaba la mirada del que se presentaba como profesor para verificar su propia integridad física, luego se recorrió a si mismo con las manos casi por completo para estar seguro en todo aspecto aun sintiendo el leve relieve de las runas en su espalda aun debajo de su ropa.

— Y... no recuerdo como fue que terminé así... fui a Merak... allá me encontré con alguien...una chica, no recuerdo su nombre, destrocé parte del edificio y luego no recuerdo nada, no se si fue ella quien me hirió ni quien, a decir verdad, no se quien es capaz de provocar esto pues.... son las primeras cicatrices que he tenido en mi larga vida, aun participando en guerras, pues mis heridas sanan por completo, desconozco que clase de magia o ser pudo lograr sellarme de esta manera.

Devolvió la mirada a quien hacia llamarse profesor luego de aquellas palabras mientras dirigía ambas manos a los bolsillos de su pantalón, aun todo parecía demasiado distante como para sentirse ubicado en aquel lugar y las dudas mantenían su cabeza repleta, demasiadas dudas, quien era aquella chica, quien fue quien lo hirió, quien le provocó esas marcas y por qué.

— Sinceramente me gustaría saber su nombre, se que me veo joven pero es solo una apariencia y ya que me presenté, desearía que tuviera la cortesía de darme su nombre ademas de que creo que fue usted quien me curó

Su mano izquierda se mantuvo inmóvil el tiempo necesario apuntando, su vista no se apartaba ni por un segundo de aquel chico trajeado, debía mantener su papel el tiempo necesario, cosa que realmente le parecía una completa molestia. No deseaba iniciar una lucha sin sentido y mucho menos aún si en realidad se trataba de uno de los alumnos de la academia, seguro se metería en problemas si le hacía algún tipo de daño por más mínimo que este fuese, pero teniendo en cuenta las múltiples dificultades por las que la escuela estaba pasando debía ser precavido cada segundo.

Y tras una breve espera escuchó las palabras que realmente quería, aquel se presentaba como un alumno o tal vez un ex-alumno, eso aún quedaba en duda. Él joven presentado como Archonte simplemente continuó con la explicación de su larga travesía, en realidad no había escuchado de ello en días pasados, pero tampoco es como que prestara realmente atención a lo que acontecía fuera de su dormitorio y de aquel salón de clases que solo usaba una vez a la semana. Y mientras el terminaba de dar su explicación el albino bajó la palma de su mano y tras un suspiro cerró los ojos un momento, más aún manteniendo la guardia en alto. - ¿Las heridas en su espalda? - Pensó mientras recordaba cada detalle previamente acontecido, en su memoria se registraba cada recuerdo y cada mínimo indicio de aquel breve evento y en combinación con su inteligencia y conocimientos podía descifrar o al menos especular el porque de aquellas heridas y la situación en la que previamente se encontró. Su cuerpo tendido y su camisa desgastada y casi al borde de la destrucción eran los principales recuerdos a los que en esta ocasión les pondría atención. En su piel llevaba marcas oscuras acompañados por lo que parecían ser rasguños, esas eran las características principales que había notado. - Si es que dices la verdad. - Comentó con duda. - Las cicatrices en tu espalda pueden ser producto de una espada sagrada. - Continuó mientras manteniendo su cuerpo inmóvil le observaba. - Los sellos que ahora dices portar pueden ser causa de una maldición, tal vez magia negra. Hacía mucho tiempo que no veía algo así. - Prosiguió con la breve explicación, bien sabía que su raza llevaba mucho más tiempo que él en la tierra y probablemente sabía mucho más al respecto, sin embargo, en la situación en la que ahora se encontraba (un tanto desorientado), probablemente su breve explicación podría traerle de vuelta parte de sus recuerdos.

Una vez más acompañó la duda de aquel joven con un suspiro. Giró su vista hasta el cielo y con lentitud avanzó hasta el chico de cabellos plateados. - Frey ... - Prosiguió con un tono seco. - Soy el profesor Frey. - Una vez cerca del mismo extendió la mano diestra para estrechar la contraria. - Y efectivamente, yo fui el que te curó. - A su vez, con la mano izquierda buscaba entre su ropa alguna clase de objeto. - Extracto de nuppeppo. - Continuó. - Una poción muy útil para heridas mortales. - Acto seguido de entre su ropa sacó un segundo tubo pequeño y cristalino el cual podía verse el interior del mismo. - Toma. - Extendió el mismo hasta el contrario. Dentro de sí tenía lo que parecía ser un humo verdoso también de dudosa procedencia. - Inhala solo un poco de esto todos los días, tal vez te ayude a recuperar la memoria. Aunque no te prometo nada. - Finalizó mostrando la mirada seria que solía tener.